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jueves, 3 de marzo de 2011

MI HIJA MUERDE QUE DEBO HACER

        Mi hija muerde que puedo hacer




Las manos y los dientes en crecimiento, frecuentemente se meten en problemas. Los niños pequeños, muerden y pegan sin pensar en las consecuencias. Los mordiscos y golpes, hacen daño y deben ser corregidos, antes de que hagan daño a los cuerpos o las relaciones.

1-. ENTIENDA PORQUE LOS NIÑOS MUERDEN Y PEGAN: no se lo tome como algo personal. Los bebés muerden las manos (los pezones) que les alimentan. Todo lo que los bebés hacen se resuelve alrededor de su boca o sus manos. Las manos y los dientes son las primeras herramientas sociales, y aprenden a usarlas con las respuestas que obtienen. Tan pronto como los dientes erupcionan y las manos le agitan, los bebés experimentan y usan estos instrumentos sobre diferentes objetos, para ver que se siente. ¿y que hay más disponible y más familiar que la piel de los padres?. El trabajo de los bebés es usar estas herramientas: el de usted, enseñarle como. Estos pequeños mordiscos y golpes iniciales, tan malos como parecen, son comunicación llena de juego, no comportamiento irrespetuoso ni agresivo.
Los golpes y mordiscos agresivos son más comunes entre los 18 meses y los dos años y medio, cuando el niño carece de lenguaje verbal para comunicar sus necesidades. En su lugar se comunica mediante acciones. El morder, habitualmente para a medida que crecen las habilidades de comunicación, pero el pegar no.

2-.ENTENDER PORQUE LOS NIÑOS PEQUEÑOS (TODDLER) PEGAN Y MUERDEN: lo que en un niño pequeño son simplemente gestos socialmente incorrectos, pueden, si no son revisados, convertirse en comportamientos agresivos en los niños. Por esto es por lo que usted quiere eliminar esto del repertorio del bebé, antes de que forme parte del niño en crecimiento. Los niños se vuelven agresivos para liberar enfados, para controlar la situación, para demostrar poder o para proteger sus pertenencias en una batalla por juguetes. Algunos llegan al mal comportamiento en un intento desesperado para llegar a unos padres distantes.
La mayor parte de los comportamientos agresivos en la primera infancia, disminuyen en el momento en que el niño puede comunicarse con palabras en lugar de con acciones.

3-.CONSIDERE LA FUENTE: ¿Qué dispara un comportamiento agresivo? mantenga un diario (al menos notas mentales) que identifiquen la correlación entre los actos del niño y las circunstancias que lo favorecen. Por ejemplo: Kate mordió a Suzie durante le grupo de juego. S. tenía su pelota favorita. Era casi la hora de la siesta, había montones de niños en un sitio pequeño y S. es muy mandona.

4-. EL NIÑO QUE HACE DAÑO A UNO DE LOS PADRES: la bofetada en la cara es un comportamiento socialmente incorrecto con el que muchos niños experimentan. Reconduzca al “abofeteador” a un comportamiento socialmente aceptable: “choca esos cinco”. Igualmente reconduzca el morder: “no se muerde, hace daño a mamá”, poniendo cara infeliz y después reconduzca: “abraza a mamá, eso si me gusta”, poniendo cara feliz.
Una vez que el abofetear se ha convertido en una expresión de frustración (por ejemplo: se enfada porque no le dan un dulce) use las consecuencias naturales: firme pero calmadamente dígale: no se pega y póselo en el suelo. Seguirá estando enfadado por el dulce: verbalícelo para él, diga en palabras porque está enfadado. No permita que su hijo lo utilice como punching-ball. Dele el mensaje de que no permitirá que le haga daño. Si usted no permite que su hijo le haga daño cuando es muy joven, será menos probable que se lo haga a otros en el futuro, y que permita que se lo hagan a el: le está enseñando a decir no a las agresiones, por ejemplo levantando una mano para evitar el golpe, pero no devolverlo.

5-..TODDLERS QUE PEGAN A BEBÉS: si su hijo de un año y medio golpea con su martillo de juguete en la cabeza de bebés, retire todos los objetos con que pueda pegar Enséñele y dígale que no pegue y ofrézcale un gesto alternativo: se cariñoso, acaricia al bebé, mientras guía su mano.










¿Que hacer cuando muerde?













LO QUE EMPIEZA SIENDO UN JUEGO INOCENTE
  Un pequeña historia: Maria J. está jugando en el suelo. Cuando su mamá se agacha para sentarse a su lado la pequeña le agarra un mechón de pelo y tira con fuerza. No es la primera vez que hace algo así. A veces, cuando está en sus brazos, FMaria J le pega en la cara o le muerde los hombros. Y en cierta ocasión hasta le hizo un arañazo en el cuello. Su mamá es paciente y comprensiva, soporta impasible todas las agresiones, aunque le asaltan muchas dudas cada vez que su hija le hace daño. ¿Es normal que sea tan agresiva? ¿Debería comportarme con ella de otro modo?
Adecuando los términos según la edad
“El concepto de agresividad, tal como lo entendemos nosotros los adultos, no se puede aplicar a los niños pequeños. La agresividad supone una intención de dañar al otro y eso no existe a esta edad”,
Pegar y tirar del pelo son comportamientos normales que se dan con bastante frecuencia y que no se deben interpretar como un auténtico “ataque” a la madre, sino más bien como una manera de llamar su atención y, sobretodo, como una incitación al juego. “El niño espera ver la reacción del adulto, provoca la situación para ser espectador: “pego a mamá y observo”, explica la especialista.

Quieren provocarnos y lo consiguen

Curiosamente, son los propios padres los que suelen incitar este juego, a veces casi sin darse cuenta. Poco a poco los pequeños van adquiriendo un mayor control sobre el divertimento y terminan manejando la situación.
El primer día que Maria J. dio un tirón de pelo a su mamá, ésta se tapó la cara con las manos y simuló que se largaba a llorar desconsolada. A los pocos segundos se descubrió el rostro y sonrió a su hija. A la niña le divirtió mucho la actuación. Desde entonces,  provoca a su mamá constantemente. En cuanto tiene ocasión vuelve a tirarle el pelo y se queda quieta, mirando, expectante, con los ojos muy abiertos.

Un juego al que hay que poner fin

“En la repetición el niño consigue un goce, un placer. Pero estos juegos tienen que terminar ya que no conducen a nada”. Cuando las agresiones dejan de ser una excepción y se convierten en actos recurrentes y molestos (los tirones de pelo suelen ser especialmente dolorosos), hay que dejar de ser permisivos.
“Si el chico tira permanentemente del pelo, debemos decirle “Basta ya!”. Por una parte, porque todas las cosas tienen un límite. Por otra, porque también debe probar otros juegos. Al frenarlo, se propicia la posibilidad de que investigue en otros caminos, de que pruebe y progrese”.
Para evitar que  continúe pegando y tirando del pelo, su mamá no tiene que darle demasiados porqués. El exceso de explicaciones puede denotar que el adulto busca una justificación porque se siente culpable al tener que decir “no”. “Los límites son necesarios y existen normas que no tienen explicación”, puntualiza. A menudo es suficiente con un mensaje simple, directo y escueto, como por ejemplo, “Eso duele”, “No es divertido” o “Me hace mucho daño”.

Es importante ser consecuentes

En un primer momento, a Maria J. puede sorprenderle el inesperado cambio de actitud de su madre. Durante un tiempo, es posible que intente provocarla una y otra vez, tanteando los límites, tratando de comprobar si la prohibición rige de verdad. Por eso, para que entienda bien el mensaje – “Ya no voy a tolerar más que me tires del pelo ni que me pegues”*, es imprescindible que la madre se mantenga firme.
A los chicos no los confunde que los padres les pongan límites ni que lo hagan de repente, pero sí que vacilen en su postura y, por encima de todo, que prohíban o consientan dependiendo de sus estados de ánimo (“Ayer mamá estaba de buen humor y el juego le gustaba, hoy está enojada y le molesta”).
Si una vez que los padres ponen límites, el niño persiste en su actitud, ¿a qué se debe? En opinión de muchos, el hecho de que un chico pegue o tire del pelo a la madre no es, en principio, alarmante. Sin embargo, “cuando ese comportamiento se intensifica y llama la atención por su repetición, es señal de que el niño tiene una sobreexcitación”.
El niño es espejo de la casa
Las agresiones infantiles constantes son actos de descarga. Habría que preguntarse entonces qué es lo que motiva que el niño esté tan alterado. Generalmente, el origen de ese nerviosismo está en el entorno en el que vive el pequeño. “En el niño no hay nada patológico, lo patológico es la situación que vive el pequeño”. Y existen muchas situaciones que pueden generar en él sobreexcitación, desde un ambiente familiar tenso o una vida desordenada y sin horarios.
 Morder, una llamada de atención
También debemos hablar de sobreexcitación cuando un niño araña y, sobre todo, cuando muerde. “Morder es el caso más llamativo. Es algo excepcional y, de entrada, es una manifestación que siempre hay que tener en cuenta”. Hay dos situaciones típicas en las que el niño recurre a los mordiscos. Cuando muerde a la madre por amor (pensemos en la expresión que usamos los adultos para manifestar cariño a los niños: “te comería a besos”) y también cuando muerde a un hermanito porque está celoso de él (simbólicamente, lo muerde porque quisiera tragárselo y hacerlo desaparecer).
Lo llamativo no es que el chico ame a su madre o que esté celoso de su hermano, sino su forma de expresarlo. Todos los niños sienten cariño hacia sus padres, pero no todos muerden. “Hay muchas maneras de manifestar ese amor o esos celos, y cabe preguntarse por qué elige ésa.. Cuando un niño pequeño muerde, es señal de que está sobreexcitado”.
Mucho más importante que proponerse eliminar el hábito de morder es solucionar esa tensión que vive el pequeño (si hace falta, con la ayuda de un especialista).
 Al hacerse más grandes, pierden interés
 Pasará un tiempo hasta que M.J deje de “martirizar” a su madre. Afortunadamente, hacia los tres años, el hábito de pegar suele desaparecer porque los niños se concentran en otras actividades. Por ejemplo, se entretienen imitando a papá y mamá., y muestran más interés en relacionarse con otros chicos.
Mientras, hay que tener calma y mucha paciencia, ya que se trata de algo pasajero. La etapa evolutiva que atraviesan ahora (algunos autores la denominan “los terribles dos años”) es sumamente delicada. A esta edad se enfurecen con facilidad y, como su vocabulario es aún muy limitado, a veces tiene que recurrir a las manos para descargar su rabia.
 Cómo reaccionar a sus ataques
 No pasa nada si alguna vez el niño pega o tira del pelo a su madre. Si deja de ser ocasional y pasa a ser una conducta cotidiana, hay que tomar medidas:
La madre debe ponerse seria y decir “¡Basta! Eso duele”, cuando su hijo le haga daño.
Si insiste, debe apartarlo enseguida de su lado (si fuera preciso, deberá abandonar la habitación  conducir al niño a su cuarto).

q       La madre tiene que ser consecuente y repetir los pasos anteriores cada vez que el pequeño vuelva a agredirla.
q       Cuando el chico está enojado o furioso, es mejor esperar a que se haya calmado. Si está nervioso, debe tratar de apaciguarlo. Si llora, necesita consuelo.
q       Después de unos minutos, y una vez que el niño se haya tranquilizado, es conveniente hacer las paces, por ejemplo, invitándolo a leer juntos un cuento. “Pegar está mal, pero te he perdonado.”
 ¿Y si el niño no quiere parar?
 Si el chico pega a todas horas o empieza también a morder, hay que cambiar de estrategia.
 q       Analicemos fríamente la situación. ¿Qué motivos tiene el niño para actuar así? ¿Por qué está tan nervioso? ¿Hay algún problema familiar que lo pueda estar afectando?
q       Reflexionemos también sobre nuestros malos comportamientos: ¿Solemos recurrir a la cachetada cuando se porta mal? ¿Le pegamos en la boca cuando muerde? ¿Le damos en la mano cuando pega? Si es así, no le estamos dando un buen ejemplo.
q       Cuando los ataques son insistentes y no se vislumbran los motivos, no está de más solicitar la opinión de un psicólogo de niños.
 Por qué hay que frenar al niño que golpea. Y por qué se debe hacer cuanto antes.
Hay muchas razones por las que no debemos seguir tolerando sus agresiones. Entre otras:
q       Porque, con el tiempo, estas actitudes pueden terminar convirtiéndose en una mala costumbre, difícil de erradicar.
q       Porque, desde pequeños, los chicos deben aprender a respetar una regla básica imprescindible para la buena convivencia: no hacer daño a los demás.
q       Porque, si el chico puede pegar en casa, también lo hará fuera de ella. Y eso será un obstáculo en su relación con otros niños de su edad (el grupo suele rechazar y dejar a un lado al que pega).
q       Porque los niños necesitan límites a los que atenerse. Cuando nadie se los impone de pequeños, es difícil que aprendan a soportar las frustraciones y que los demás los contraríen.



¿QUE HACER CON LOS NIÑOS QUE MUERDEN EN LA GUARDERIA O NIDO?




A las educadoras nos preocupan mucho los niños que se exprean mordiendo pues aunque estemos vigilantes son tan rápidos que muchas veces no llegamos a tiempo de evitarlo. Además, es una conducta que hace daño a los demás niños y genera mucho malestar entre los padres.
Para que esta conducta no se llegue a convertir en un hábito, es importante ofrecerle, mostrarle al p eque otras maneras de expresarse y relacionarse con sus compañeros. Si sólo se le riñe y penaliza sin mostrarle alternativas, tan sólo estamos castrando su expresión emocional, pero no dándole salida a través de otras maneras, de otras  conductas.
Cómo actuar tanto educadoras, como padres, tíos, abuelos…. Es importante que tanto en casa como en la guardería (Jardín, Maternal…) se actúe igual:
1. No gritarle, No pegarle en la boca ni reñirle diciéndole ¡Eres malo/a! ¡Siempre igual! ¡Estoy harta siempre hagas lo mismo! Pues no sirve más que para humillar.
2. Ponerse a su altura y decirle con cara seria y tono contundente, pero sin chillar y sin estar enfadada “Eso no se hace. Has hecho daño a tu amigo/hermano, mira como llora. Con la boca se dan besos. Dale un beso para curar pues le has hecho daño”.
Si le gritamos y le exigimos el beso puede que el niño/a no quiera hacerlo por miedo y porque se sentirá bloqueado. Es importante tener una actitud de serenidad pero no de amenaza, el beso es para curar el daño, para que conozca otra manera no dañina de usar la boca  y para inculcarle respeto por el otro. Pero el respeto por el otro no lo llegará a entender sino es también tratado con respeto. Digamos que el mensaje sería  has hecho algo malo, repárlo con un beso y te voy a enseñar con respeto y paciencia otra manera de actuar.
3. Si en ese momento se intuye el motivo de la mordida, debemos ofrecerle al niño cómo debería haberse expresado sin morder. Nuestro tono ya no debe ser contudente, ni de enfado. Usemos un tono más bien reconciliador y una expresión amorosa “Qué querías ¿Qué te de diera su juguete? Pues se lo pides, por favor me dejas tu muñeco”. “¿Te sentías asustado porque jugaba muy cerca, pues le dices no me molestes, o te vienes a jugar aquí que esta zona es más tranquila”. “¿Hoy estás de mal humor? Pues patalea con los pies, pega a la almohada, o muerde este juguete (un mordedor) así no harás daño a nadie. A esto sí le puedes morder.”
4. Aunque no se sepan los motivos de la mordida, es necesario darle un mensaje alternativo para que vaya aprendiendo cómo podría haberse expresado sin dañar. Da igual tenga 10 meses, como 18, como 2 años o 3. Aunque sean bebés ¡Si entienden! Captan perfectamente el mensaje que le estamos transmitiendo. Y mientras le mostramos otra manera de expresar sus sentimientos, recordad no usar actitud de enfado!
5. Evitar con los padres, con los hermanos juegos del tipo “Te voy a comer”, “Te quiero tanto que te como” tan típicos en estas edades (ya que realmente estan para comérselos de guapos, dulces, inocentes…) pues potencian el poder de la boca y claro, para ellos ya tiene suficiente significado.
6. Elogiar, alabar cuando el niño resuelve sin morder. “Muy bien, le has cogido su juguete sin hacerle daño” “Muy bien, muerdes el mordedor y así no haces daño”. “¿ Estas cuidando tu muñeca? ¿Lo haces con besitos? Con la boca se dan besitos, seguro que tu muñeca está muy contenta de tus cuidados”
7. Aprovechar cuando coma para resaltar que se muerde la comida “Ves se muerde la manzana para comer, ñam, ñam. Eso sí se hace. A la manzana no le haces daño, si lo haces a tu hermano/amigo sí”
8. Necesita la misma actitud de respeto y amorosidad que todo niño. No etiquetarlo de niño/a difícil, ni conflictivo/a.
He visto niños/as que tras estar meses (¡sí meses!) transmitiéndoles este mensaje después de morder instintivamente a un compañero besarle acto seguido e incluso acariciarle para curar sin haber intervenido ningún adulto. Niños mordiendo sus ropas o cojines  (como mi hija) en un momento de euforia emocional, en vez de morder a otro niño. Niños/as muy orales (y por tanto mordedores) que poco a poco han bajado la intensidad de sus mordidas.
Tratar el tema con los padres de los niños mordidos con naturalidad y honestidad. Es muy normal les disguste hagan daño a su peque y lo muestren a las educadoras con quejas, enfados, o reprochando no hacen bien su trabajo. Pero sin entrar en enfrentamientos les transmitís que son peculiaridades normales del mundo infantil (como las rabietas, el gusto por los cuentos, el No!, el control de esfínteres, etc.).
No les habléis mal del niño/a mordedor para aliviar su enojo de padres heridos, pues con ello estáis animando a que los padres critiquen o juzguen cómo lo hacen otros padres, a que crean su hijo se relaciona con niños conflictivos o malos, o que sientan que su hijo es un víctima mientras los otros tienen más poder, que su hijo es un blando porque no se defiende.
Todos los padres deben comprender que son reacciones (como el pegar, empujar, llorar, besarse) que se dan en esta fase del desarrollo de sus hijos, al igual que entre los adultos existen las envidias, los engaños, el orgullo, el resentimiento, la venganza, …. Aspectos y sentimientos que dañan y que usamos los mayores, y en cambio, son inconcebibles e inexistentes en el mundo infantil!
Transmitir a los padres seguridad, que estáis trabajando el tema diariamente y que necesitáis de su paciencia y colaboración.
Se requiere tiempo y constancia. No basta con actuar así cuatro días y al quinto estar hartos/as porque sigue mordiendo. El niño/a necesita más tiempo para aprender nuevas alternativas y constancia en el mensaje, es decir, repetirle siempre lo mismo.
Sé que resulta cansado para las educadoras pues además de atender y educar al niño que muerde hay que atender al que ha sido mordido, y que además, hemos de estar por mil cosas más (pues tenemos otros 10 o 18 niños por atender).
Sé que resulta cansado para los padres pues al quinto día llegan a pensar que su bebé de 10 meses o niño de 2 años no les entiende, se rinden y acaban por etiquetarlo de imposible o conflictivo y con ello dejan de actuar. Eso es un grave error pues es como dejar de echar semillas en una tierra muy fértil. No se recogerá ningún fruto por haberse rendido demasiado pronto.
¡Constancia, tiempo, coherencia, respeto por el niño, morosidad, confianza y presencia! Nadie dijo que educar fuera fácil, ni para los padres ni para los profesionales de la educación.




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