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miércoles, 30 de marzo de 2011

Cómo criar a un hijo único

            Cómo criar a un hijo único



Una de las mayores preocupaciones de los padres en cuanto a la educación de un hijo cuando no tiene hermanos, es la de protegerlo en exceso y consentirle todo los gustos. Caer en la tentación es muy fácil, pero si se tienen en cuenta ciertos consejos es más sencillo no dejarse llevar por una debilidad que no debería ser tal.

Consejos para criar aun hijo único


· Evitar que el niño esté siempre rodeado de adultos. Llevarlo a lugares donde haya más niños y pueda jugar o a casa de amigos o familiares que tengan más hijos es una buena forma de contenerlo y rodearlo de gente de su edad.
· Es recomendable no protegerlo demasiado
· Es necesario que el niño tenga los límites claros. Los padres deben tener la fortaleza suficiente para decirle al hijo lo que está mal sin sentir culpa por ello.
· No caer en la tentación de tratarlo como un adulto más.
· Reforzar la generosidad. Un niño único puede llegar a tener dificultades para compartir.
· Hacer hincapié en la vida social del menor y no descuidarla.
· Se debe tener cuidado con la atención exagerada que los padres le brindan. El exceso de atención generalmente está acompañado de sobreprotección lo que siempre es una desventaja para un niño en formación. La seguridad es fundamental que se empiece a desarrollar a temprana edad.
· Estimular la autoestima y la independencia del niño. Los hijos únicos suelen depender mucho de los padres. Es fundamental que los padres no hagan tareas que ellos mismos las pueden desarrollar.

· Ayudarlo a que entienda que no debe ser el centro del universo. Los padres necesitan también prestar atención a otras situaciones y el niño debe comprender los límites trazados sin que esto sea un trauma para él.
Cada vez más, las parejas esperan un tiempo prudencial para tener un hijo. “Son muchas las circunstancias que hacen que un matrimonio decida aguardar o tener solamente un hijo único: factores económicos, desarrollo profesional o demás situaciones que pueden existir. El mito de que el hijo único sufre o se traumatiza es una falacia absoluta. Un niño puede ser criado de modo normal y ser el más feliz del mundo cuando sea grande, sin tener complejos o problemas anímicos. Depende de los padres y su manera de educarlo y llevarlo adelante”, sostiene la psicóloga argentina Alba Mendoza.
La crianza y educación de un hijo no es tarea sencilla, mucho menos en estos tiempos, sea éste único o tenga varios hermanos. Lo importante es estar alerta y que los padres dispongan de las herramientas necesarias para poder ayudar y acompañar al niño durante la infancia y la adolescencia: dos etapas fundamentales en el proceso de desarrollo.

sábado, 26 de marzo de 2011

Las viandas para llevar al colegio

Las viandas para llevar al colegio


Entre el acondicionamiento de los uniformes o delantales, los cuadernos a revisar y las idas y venidas de la escuela a casa y de casa a la escuela, está además la vianda del almuerzo. Teniendo en cuenta que se trata de una de las comidas más importantes del día, es ideal que sea lo más sabrosa y atractiva posible para los chicos, pero ¿cómo organizarse para lograrlo?.

Hay colegios que no tienen servicio de comedor y otros que, aunque lo tienen, dan la opción de llevar la comida desde la casa para abaratar costos. Por una razón u otra, en muchas casas hay olor a milanesa a la mañana porque junto con el desayuno se prepara... ¡la vianda! Y para hablar de viandas hay que hablar primero de luncheras, que vienen en una enorme variedad de modelos.

Básicamente, las que se consiguen en el mercado se dividen en dos tipos: rígidas (tipo mini heladerita para la playa, con una manija como para llevar en la mano) o de tela (también conservadoras, con una manija larga como para llevar colgando). Las primeras resisten mejor el trato de los chicos –que a veces hasta las usan de banquitos improvisados- y son más duraderas, pero las segundas son más livianas y dejan las manos libres.

Teniendo en cuenta esto, se puede optar por las rígidas cuando los chicos viajen en auto al colegio y dejar las de tela para cuando necesiten tener las manos libres, por ejemplo, para sacar el boleto en el colectivo.

Según la política del colegio (hay algunos que guardan las luncheras en heladeras, o directamente el taper y otros que no ofrecen ningún tipo de refrigeración), habrá que incluir o no los sobrecitos refrigerantes que se congelan en el freezer para mantener la cadena de frío.

Hay algunos consejos prácticos para organizar las viandas optimizando los tiempos:

  • Dejarlas listas a la noche es lo mejor para no empezar el día corriendo.
  • Lo ideal es cocinar, junto con la cena, lo que se van a llevar los chicos al otro día. 
  • “Reciclar restos” también es muy importante para no tirar comida y para facilitar las cosas: unas sobras de arroz se pueden transformar en croquetitas, el trozo de carne al horno en salpicón, etc.

Si la comida para la vianda ya está lista a la noche, el taper puede quedar en la heladera y a la mañana, entre mate y mate, se puede armar la lunchera: tenedor, servilleta y uno o varios tapers con la comida. Una fruta, yogur o postrecito (cucharita si hace falta) y una botellita de agua. Para que el agua llegue fría al almuerzo, lo ideal es colocarla con anticipación en el freezer pero sólo con ¼ de su contenido, y completarla con más agua en la mañana antes de ponerla en la lunchera.

Por una cuestión de comodidad o practicidad -y en algunos casos por seguridad- se puede optar por no mandar cuchillos, vasos y /o platos, aunque el colegio no los provea. En este caso, basta con dejar la comida cortada dentro del taper, lista para consumir con la ayuda de un tenedor, y una botellita de agua de la que se pueda tomar sin necesidad de un vaso.


Secretos para lograr una vianda “gourmet” 

Hay que tener en cuenta que cuando la comida se calienta en la escuela, las cosas no suelen ser como en casa. En el microondas se colocan varios tapers con alimentos que requieren distintas potencias y tiempos, pero que por una cuestión de practicidad se calientan por igual: los fideos pueden quedar fríos o “crocantes” y las masas de tartas o empanadas tomar una consistencia espantosa. Para evitar que esto suceda, se pueden enviar cosas que no requieran de calor y otras que no resulten incomibles tras su paso por el microondas.

Entre las comidas a calentar se pueden elegir opciones como: milanesa o carne con puré, algún guisito de lentejas, arroz o carne,
pollo con verduras, etc. Si se eligen tartas o empanadas, es preferible que las coman sin calentarlas, y en el caso de los fideos, lo mejor es dejarlos para casa.

Otra de las cuestiones es el efecto que tienen algunos alimentos cuando permanecen sobre otros unas cuantas horas. Por ejemplo, al tomate conviene separarlo si acompaña una milanesa o una porción de tarta para comer fría, porque con el paso de las horas, si va cortado empapa con su jugo el pan rallado o la masa y la comida queda muy poco apetitosa.

Por eso, lo mejor en estos casos es contar con tapers de diversas formas y tamaños para disponer los distintos ingredientes por separado si es necesario.

Una vez en casa hay que tirar los restos de los tapers (porque los refrigerantes no duran toda la tarde y la cadena de frío se corta) y a la lunchera hay que pasarle un trapo húmedo por dentro antes de guardarla para esperar hasta que, a la mañana siguiente, el ciclo comience nuevamente…

Sí, es molesto el tema “vianda”, pero hay que saber que no dura toda la vida, y que si como agregado se incluye alguna “sorpresa” (una notita con una frase amorosa, un paquete de figuritas, una pequeña golosina cada tanto) y un toque de creatividad, la comida que los chicos lleven a la escuela será una forma más de cuidarlos y mimarlos.

lunes, 21 de marzo de 2011

LIMITES , CAPRICHOS Y BERRINCHES

LIMITES , CAPRICHOS  Y  BERRINCHES
En muchas entrevistas  con padres de familia se toco este importantisimo tema que es comun en nuestros niños.
Si bien cada familia y cada hijo es único e irrepetible, detrás de un limite está siempre la necesidad de nuestros hijos de ser contenidos y la nuestra de contenerlos.
Son muchas de las frases que escuchamos a diario cuando los papás y mamás sienten que algo tiene que cambiar:
"Ya no se más que hacer con él!"
"Me siento agotada, hace lo que quiere y cuando quiere!"
"Ni las penitencias ni las promesas de regalos evitan el escándalo".

Por eso es bueno, preguntarse: ¿Cómo actuar frente a los berrinches/rabietas de mi hijo? ; ¿Cuál es el límite justo, cómo hacer para que algo cambie y estemos todos mas tranquilos?

Primero, debemos entender que es absolutamente normal que nuestros hijos demanden, pidan y tengan deseo de todo y en todo momento. Pero ésto es imposible de ser satisfecho, y tampoco es sano para él.

Marcando pautas claras desde el nacimiento, mostrándole lo que puede y no puede hacer, vamos construyendo el antídoto para el berrinche: Poniendo límites y los "NO" bien claros.

Si bien cada familia y cada hijo es único e irrepetible, detrás de un limite está siempre la necesidad de nuestros hijos de ser contenidos y la nuestra de contenerlos.
 ¿Qué es un Limite?

  • Es sinónimo de amor y contención.
  • Es el primer acto de amor que los papás le ofrecemos en la vida.
  • Es el primer organizador de su vida.
    No es algo mas agregado, que puede ponerse o no. SIEMPRE están, aun sin estarlo
  • Dar y poner limites, es enseñarle a nuestro hijo a, que aprenda a esperar y a saber que todo no es aquí y ahora. Que hay cosas que puede y hay otras que no puede hacer o tener.
¿Hay que retarlos o ponerlos en penitencia?
Es un tema de autoridad, no de autoritarismo Un niño de alrededor de dos años, responde bien si siente confianza en el adulto que pone ese límite, aunque lo desafíe.

El reto o la penitencia es una forma de castigarlos por lo que hicieron que no siempre los ayuda a entender porque se portaron mal o desobedecieron. Solo los para por un rato. Obedecen sin comprender.

No tenemos dudas de poner un NO rotundo, cuando está en riesgo la vida o la integridad física de nuestros hijos. Con aparatos eléctricos, lugares abiertos agresiones físicas.

La tenemos muy clara y ellos nos creen.

Pero frente a otras situaciones nos ponemos más dudosos, y ahí se producen los caprichos y los berrinches. Cuando el adulto duda ante el NO que pone, los chicos responden de esta manera, portándose mal, angustiándose.


¿Cómo lo manifiestan?

No quieren irse dormir, se niegan a comer o les resulta muy difícil estar tranquilos, se encaprichan por cualquier motivo. Pegan o pellizcan todo el tiempo, o se auto agreden.

Alrededor de los dos años, los niños tienen inmensos deseos de independizarse, de ser autónomos como a la vez de seguir siendo bebés. Por eso a veces se comportan tan mal que nos confunden.

Entonces aparecen los caprichos, para asegurarse de que los tenemos presentes todo el tiempo. Como una necesidad de llamar nuestra total atención. Y a la vez intentan hacer cosas que aún no pueden.


Tener en cuenta estas sugerencias que pueden ayudar a prevenir los caprichos:

Conocer y respetar sus horarios sus rutinas, los rituales que los ayudan a entender que hay momentos para cada cosa que se esperan y saben que llegaran.

Ej: el momento de alimentarse, de ir a dormir, de darse un baño, de jugar, les permiten aprender a comprender la noción de tiempo y que todo no es ya, aquí y ahora.

Es importante saber que primero el LÍMITE los enoja pero luego los tranquiliza.


Algunas pautas a tener presentes en todo momento:
  • Probar y conocer cual es nuestro límite de tolerancia.
  • Firmeza: Sin golpes ni castigos físicos o psíquicos. No se aprende por humillación; de ese modo sólo se los somete y se los lastima.
  • Mostrarnos seguros pero con afecto y hablándoles mucho.
  • Coherencia entre papá y mamá.
  • No dar dobles mensajes.
    Ofrecerle alternativas posibles que si pueda realizar.
  • Respetar su enojo sin necesidad de intervenir. Acompañándolo y dándole tiempo para que se le pase.
  • Ser concretos.
    Cumplir y sostener lo que decidimos.
  • Ser constante en la puesta de límites.
    Poner un "NO" claro.
  • Limitarlos estando nosotros tranquilos, sin gritos.
  • Anticiparles cuando algo va a terminar o cuando no queremos que haga determinada cosa. Nuestra conducta y actitudes como padres serán el modelo y la forma en la cual comprenderán que esperamos de ellos. Y desearán responder a esa expectativa por el amor que nos tienen. Aprenderán así, poco a poco a socializarse, a crecer como personas autónomas, libres, con normas y reglas incorporadas para poder compartir y convivir en la sociedad que les toca vivir Si nos manejamos con premios y castigos, solo lograremos un adiestramiento, pero no un verdadero aprendizaje que los ayude a ser felices y libres. 

sábado, 19 de marzo de 2011

LA IMPORTANCIA DE COMER FRUTAS

 LA  IMPORTANCIA  DE  COMER  FRUTAS 
 Comer frutas

No todos tenemos el hábito de consumir frutas y, tratándose de un alimento tan importante, es fundamental enseñarles a los chicos a disfrutarlas e incorporarlas en la mesa familiar.
Los estantes de la frutería rebosan de fibras, vitaminas, minerales y fitonutrientes. Con su enorme variedad de colores y sabores, las frutas tienen muchos efectos beneficiosos para el organismo: limpian los dientes, evitan la caries dental, regulan el tránsito intestinal y se las considera un alimento clave en la prevención del cáncer porque aportan antioxidantes capaces de eliminar los radicales libres. Además, por su baja densidad calórica y su capacidad de brindar saciedad, son un gran aliado a la hora de controlar el peso.


Sin embargo, a pesar de que se trata de un alimento fácil de consumir (sólo deben ser lavadas o peladas), hay quienes no comen ni siquiera una fruta al día. Teniendo en cuenta que la asociación “5 al día” propone consumir como mínimo cinco porciones diarias entre verduras y frutas, hay que reconocer que las costumbres alimentarias de muchas familias están lejos de alcanzar este ideal.


¿Por qué hay chicos a los que “no les gusta” la fruta? Porque no se los ha acostumbrado a consumirla y a disfrutar de sus sabores suaves y, en cambio, reciben a diario golosinas cargadas de azúcar con un sabor muy dulce que, al compararse con el de la fruta, hace que el postre más natural quede relegado.


¿Cómo incorporarla?


Elegir una linda frutera y tenerla siempre rebosante sobre la mesa del comedor, para que los chicos puedan tomar una fruta en cualquier momento del día cunado sienten hambre, puede ser un gran atractivo. Además de fruta fresca, como colación se pueden ofrecer orejones de ciruela, pera o damasco, frutas secas y/o jugos de fruta.


En el desayuno en una buena idea agregar un vasito de jugo de naranja y, para la merienda, ofrecer algún licuado de fruta con leche. Cuando hace calor, estas ideas son muy bien recibidas por los chicos. Además, se le puede agregar frutas cortaditas a los cereales con leche o al yogur con copos.


En las comidas principales también se puede incluir fruta: por ejemplo, los gajos de naranja o pomelo quedan muy bien en la ensalada, el pollo se puede preparar “a la naranja” y el cerdo, con puré de manzana. La pera cortada en rodajas y apenas dorada en manteca acompaña muy bien una ensalada de rúcula, roquefort y nueces.


Como postre se puede servir ensalada de fruta con mucha variedad o hacer alguna “tricolor” que se vaya variando: banana, frutilla y kiwi; durazno, ciruela y manzana, etc. Preparar la ensalada de fruta es una tarea que se puede hacer con los chicos: a ellos les encantará ponerse el delantal y participar en la elaboración y, seguramente, tendrán más entusiasmo para comer lo que ellos mismos prepararon. En época de frío puede ser muy tentador ensartar trozos de fruta en un palito de brochette y cocinarlos en el horno envueltos en papel de aluminio. Se puede rociar con miel y espolvorear con chispas de chocolate para conseguir un postre todavía más interesante.


Un extractor de jugos puede ser de utilidad para aumentar el consumo de fruta y a los más chicos les puede resultar muy divertido preparar sus propios jugos. Además, estos robots de cocina permiten hacer jugos de vegetales y preparar, entonces combinaciones súper nutritivas como zanahoria y manzana verde, apio y manzana, etc. Antes de decirle a los chicos de qué es el jugo, conviene que lo prueben para que juzguen si les gusta por el sabor y no por un prejuicio.


Las compotas, las tartas de fruta, los buñuelos y la gelatina con trocitos de fruta fresca cortada son otras alternativas para que toda la familia se beneficie con las excelentes propiedades de las frutas.

jueves, 17 de marzo de 2011

SABES PORQUE TU HIJO PIERDE LOS MATERIALES EN CLASE???.... LEE EL ARTICULO TE LO RECOMIENDO

Los chicos que pierden las cosas


¿Por qué pierde las útiles? ¿Por qué no valora los elementos que ponemos a su alcance, a veces con tanto esfuerzo? ¿Qué se puede hacer para revertir esta situación?



ESTE ES UN TEMA QUE PASA CONSTANTEMENTE CON NUESTROS NIÑOS….SOY MAESTRA DE TERCER GRADO Y ESTO PASA EN MI AULA Y EN MUCHAS COLEGIOS.





La visita constante a la librería para volver a comprar aquello de la lista que ya adquirimos tres veces en lo que va del año, pero que "desaparece" cada tanto, suele ser motivo de una eterna "pelea" con los chicos. Los adultos no pueden entender que no registre la falta de la campera, que no sepa dónde dejó la lunchera o por qué no avisó antes de la prueba que no encontraba el libro de matemática. Por lo general, frente al interrogatorio de los padres, las respuestas de los chicos son vagas y los adultos se quedan con la idea de que los niños "no valoran" lo que tienen.

A cuidar se aprende
Lo que los grandes deben tener en cuenta en esos momentos, es el hecho de que saber cuidar los objetos personales no es un reflejo innato que los seres humanos traen desde el útero de su madre, sino que a los chicos hay que enseñarles a cuidar las cosas desde que son chiquitos –y chiquitos no quiere decir cuando empiezan la primaria y estrenan cartuchera, sino mucho antes-.
La escuela primaria viene cargada de una enorme variedad de objetos "perdibles" y, además, es una etapa en la que los maestros esperan de los chicos cierta autonomía y no van a correr detrás de los niños como tal vez hacían en el jardín. Para evitar, entonces, tener que luchar con "perdedores crónicos de útiles escolares", los padres tienen que haber hecho los deberes haciéndolos asumir responsabilidades de a poco.
Desde que soplan la primera velita, los chicos pueden –y deben- participar en la tarea de ordenar los juguetes, de meter las zapatillas en el placard, de llevar la panera a la mesa, y todas esas tareas deben ir complejizándose a medida que los chicos vayan creciendo. Es importante no ordenarles siempre las cosas, hacerlos responsables del librito que quisieron llevar, de la campera que decidieron sacarse y no reponerles inmediatamente las cosas que perdieron por falta de cuidado. En el caso de contar con ayuda para las tareas domésticas, también es importante dejarle claro al niño y a la empleada que el hecho de que ella esté no significa que no haya que ayudar a poner la mesa, o que los chicos puedan desentenderse por completo del desorden de los juguetes. Aunque sea simbólico, es importante que lleven y retiren algo de la mesa y que entren primero ellos a ordenar el cuarto, para que recién después pase la empleada. De esa manera, también aprenden a respetar el trabajo y el esfuerzo de los demás.
Por último, es fundamental revisar las propias actitudes de orden y cuidado, que son el verdadero modelo frente a los niños. Porque no es suficiente hablar sobre el cuidado; es importante construir con ellos estrategias sencillas de las que se puedan apropiar y que sean adecuadas para cada uno, ya que no a todos les resultan las mismas acciones.


Los más grandecitos
Tal vez los chicos de 2do Ciclo todavía no puedan dar explicaciones satisfactorias sobre cómo, en qué circunstancia o por qué perdieron sus cosas, pero sí pueden comprender la necesidad de evitar que estas situaciones se repitan y proponer estrategias junto con sus padres para lograr un cambio de conducta.
Una buena idea es la de acompañarlos, sin por eso reemplazarlos: ellos pueden ponerle nombre a sus útiles y preparar la mochila para el día siguiente, de ese modo van a comprometerse más y van a tener más claro qué es lo que llevan, para recordar lo que deben traer de vuelta.
También sacar una vez por semana todo de la mochila para ver qué hay en el fondo, da buenos resultados.
Cuando pierdan algo, es mejor dejarles a los chicos la responsabilidad de acordarse, al otro día, de hablar con su maestra y recorrer los lugares en los que puede haber quedado el objeto que se perdió. Si esto no alcanza, recién en una segunda instancia entrarán en acción los padres, escribiéndole una nota a la maestra o yendo personalmente a la escuela.
Así, el abordaje es a dos vías: por un lado, elaborar estrategias que apunten a resolver el problema, por otro, avanzar hacia la construcción de un compromiso reflexivo sobre la necesidad de cuidar los elementos que les son útiles y queridos en el camino del aprendizaje y el crecimiento.

Niños que se comen las uñas.

Niños que se comen las uñas

Quería compartir este articulo muy interesante con ustedes mamitas…mi hija MARILYN  de 4 años se come las uñas desde hace un año vengo  trabajando con ella con diferentes consignas …estoy viendo los cambias en ella y es por eso que deseo compartir mi experiencia con ustedes.

Comerse las uñas es una costumbre muy común en los chicos.
En principio, no hay que preocuparse demasiado, ya que lo más común es que el hábito desaparezca con el tiempo, aunque a los ojos de los padres pueda ser demasiado tiempo.
Pero si se quiere averiguar más, los siguientes consejos pueden ser de utilidad:

- No hay que retarlos, ridiculizarlos o llamarles la atención porque esto puede aumentar su ansiedad, que es lo que los lleva a comerse las uñas.

- Todo lo que aumente su autoestima, por ejemplo decirle lo que hace bien, puede ayudar.

- Es útil tratar de establecer cuando empezó el niño con este hábito; pudo haber cambiado su alimentación, o de cuarto en donde duerme, o puede estar por venir un hermanito, o puede haber habido otro pequeño o gran acontecimiento que le causa o le causó ansiedad.

- También es conveniente fijarse en que momento lo hace. En general, se trata de momentos de tensión, fatiga o aburrimiento.

Si los papás descubren algo, es importante que hablen con el niño o la niña sobre ese factor que esté preocupándolos, y de este modo, explicarles lo que sea necesario para tranquilizarlos.



















jueves, 3 de marzo de 2011

ABUELOS QUE MALCRIAN.......¿COMO ACTUAR?



Los abuelos muchas veces incurren en el error de ser demasiado permisivos con los nietos para ganarse su cariño, porque piensan que «para educarles, ya están sus padres».

 Actitud contraproducente

  • El problema está en que la educación y disciplina que los padres intentan inculcar a los niños se puede venir abajo por una actitud de los abuelos demasiado tolerante con cualquier capricho del pequeño.
  • El niño puede sentirse confundido si los abuelos desautorizan a los padres, al recibir mensajes contradictorios: por una parte de sus padres y por otra de sus abuelos, con quienes pasa muchas horas al día.
  • Si los abuelos miman demasiado a su nieto, lo mejor es hablar con ellos a solas, sin el niño delante.

La conversación con los abuelos

  • En primer lugar, deberíamos elogiar la labor de los abuelos y su esfuerzo por cuidar del nieto.
  • Después, con mucho tacto, podemos pedirles ayuda para unificar los criterios al educar al niño.
  • Conviene explicarles cómo deben hacer las cosas cuando estén con el nieto o la nieta mediante un ejemplo.
  • Hay que buscar una solución que satisfaga a las dos partes para que no vuelva a producirse el conflicto.
Si los abuelos no cumplen el pacto a la perfección, tampoco hay que agobiarse. Los niños distinguen quién es quién en la familia, y saben que lo que está permitido con la abuela puede que no lo esté con mamá.



Más sobre los abuelos



A veces cuesta saber hasta dónde los abuelos deben opinar acerca de la educación de sus nietos. Lograr un equilibrio es fundamental... ¿cómo hacerlo?

Por. LIC. Liliana  Flores
Fuente: Edufam
Es inevitable que, a menudo, abuelos y padres no compartan opinión sobre la educación de los nietos. Pero los primeros habrán de saber no interponerse. No es fácil -que lo digan los abuelos-, pero ahí está el mérito: reconocer la autoridad de los padres y respetar sus decisiones.
Un buen abuelo jamás desautoriza al padre a los ojos del nieto, ni hará nunca nada que pueda desacreditarlo, pero... no estará de más que se pida su opinión y valoración de ciertos temas referentes a los nietos.
A fin de cuentas, ellos educaron a los que hoy son padres. Saben mucho y, a estas alturas, son sin duda capaces de abstraerse de los hechos concretos. Y una consulta no compromete nunca, si prima el interés de los pequeños.

Abuelos, no padres
Sea como fuera, si los abuelos no se interponen en las decisiones de los padres respecto a sus hijos, no es lógico que se les haga cargar, sin embargo, con la responsabilidad de su cuidado y -más que nada- de su educación.
Debido a las condiciones que impone la vida moderna, la figura de la abuela-niñera es más que común, pero no debe tomarse como norma. Los abuelos son abuelos: no padres.
Aunque su relación con los nietos es enriquecedora, para ambos no está justificado que los padres abandonen en ellos unas responsabilidades que son indelegables.

Eres necesario
Es fundamental que entre padres y abuelos, se encuentre el punto justo de colaboración para el cuidado de los nietos.
Los primeros necesitan contar con una mano de confianza en la que poder dejar a veces a los hijos, y los abuelos requieren sentirse útiles a la familia.
Pero esta actitud no puede ni debe desembocar nunca en un "pseudo-chantaje afectivo", por el que los hijos abusen de la buena disposición de los abuelos.
Cuando los hijos necesiten realmente la colaboración de sus padres han de tener la confianza de poder recurrir a ellos por el bien de sus hijos.
Pero los abuelos han de mantener aún una parcela de su vida inviolable, de la que nadie pueda tomar riendas. Sólo si lo logran podrán realmente cumplir con el valioso papel que tienen dentro de la familia.

¿Qué significan para tí tus nietos?
- Son como unos segundos hijos: me preocupo de que coman, de educarlos bien, de que tengan ropa....
- Son mi tesoro. Es como volver a tener hijos, pero sólo para disfrutarlos, porque no pesa sobre mí la gran responsabilidad de sacarlos adelante. Procuro colaborar en su educación, y apoyar a sus padres, pero sólo unas horas. El resto son para disfrutar de ellos.
- Son los hijos de mis hijos. Es decir: hijos por partida doble. Cuando los miro, me hace gracia ver el parecido que tienen con sus padres, y cómo estos se enfadan por los mismos motivos que yo lo hice con ellos. (La historia se repite).
- Son como mis hijos mientras están conmigo, pero me da mucha pena cuando vienen a buscarlos y se los llevan. (Me los quitan).
- Me dan mucha alegría. Y hacen que aún me sienta útil para mis hijos, pues puedo ayudarles sacándolos al parque o recogiéndolos del colegio.

¿Qué significa para tí tu abuela/o?
- La abuela es como otra vez mi madre. Si no está mamá, siempre voy a su casa a comer, y ella se preocupa de que haga los deberes, coma todo, no pierda el tiempo....
- La abuela es como una especie de hermana, pero mayor. Vive en casa y mamá la cuida, y no le deja hacer cosas, como a mí, aunque luego hace lo que le parece. Es muy lista, porque sabe cuando mamá tiene razón y cuando no. Y alguna vez me ha explicado cómo tengo que decir las cosas en casa para que no me riñan o me dejen hacer lo que quiero.
- Abuelita sabe muchas cosas de todo, y nos las enseña a los nietos, porque siempre está deseando que vayamos a charlar con ella. Si no vamos a su cuarto, emprende la búsqueda y captura por la casa.
- Mi abuela es muy cariñosa, siempre está preguntando si tenemos frío, si hemos comido, cómo vamos a ir a tal sitio... Nos quiere mucho a todos los nietos, pero parece que no se fía de nosotros, porque siempre que la dejamos un ratito, enseguida llama a la puerta de la habitación, para asegurarse de que no nos hemos ido y la hemos dejado sola en casa.
- Son muy buenos. Casi más que los papás. También son muy generosos, tanto en cariño como en regalos. Además, cuando nos regañan son más blandos que ellos. Me encanta cuando nos cuentan cosas de cuando eran pequeños y de la guerra.

El abuelo de todos los niños
Érase una vez un abuelo que vivía en una casita en un bosque de abedules. Allí acudían cada tarde los niños del lugar, después del colegio, para oír sus cuentos e historias y para merendar sus galletas. Año tras año, los niños seguían acudiendo puntualmente a su cita diaria.
Sin embargo, un día, a la vuelta de vacaciones, cuando llegaron a la casita del bosque la encontraron cerrada, y un hombre les dijo que el abuelo se había ido a un hospital, porque estaba viejo y enfermo.
Los niños salieron buscándolo y -después de mucho andar- vieron el hospital. En medio de una fila, el abuelo esperaba pacientemente, con su maleta bien agarrada, su turno para entrar.
- Abuelo ¿por qué te vas, no quieres seguir con nosotros?.
Y el abuelo les explicó que ya no servía para nada, ni podía vivir solo, así que había buscado un hospital para que lo cuidaran. Pero los niños no estuvieron de acuerdo:
- ¿Cómo te vas a ir a vivir ahí, que no hay niños para escuchar tus cuentos e historias?.
Por mucho que intentó explicarlo el abuelo no pudo convencerles.., porque él mismo se hacía la misma pregunta. Pero uno de los niños más pequeños tuvo una idea luminosa:
-¡Ya sé, como el abuelo no puede vivir solo, pero tampoco sin tener niños a su alrededor... lo mejor será que se vaya a vivir a una casa donde haya muchos niños que no tengan abuelo!.
- ¡Claro!, accedió el abuelo, ¡a un orfanato!.
Y así lo hicieron, el abuelo se marchó a vivir a un orfanato y terminó feliz el resto de sus días, sintiéndose tan querido como cuando vivía en su bosque de abedules y haciendo felices a los niños.


OBSERVA ESTE VIDEO SOBRE EL TEMA:

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MI HIJA MUERDE QUE DEBO HACER

        Mi hija muerde que puedo hacer




Las manos y los dientes en crecimiento, frecuentemente se meten en problemas. Los niños pequeños, muerden y pegan sin pensar en las consecuencias. Los mordiscos y golpes, hacen daño y deben ser corregidos, antes de que hagan daño a los cuerpos o las relaciones.

1-. ENTIENDA PORQUE LOS NIÑOS MUERDEN Y PEGAN: no se lo tome como algo personal. Los bebés muerden las manos (los pezones) que les alimentan. Todo lo que los bebés hacen se resuelve alrededor de su boca o sus manos. Las manos y los dientes son las primeras herramientas sociales, y aprenden a usarlas con las respuestas que obtienen. Tan pronto como los dientes erupcionan y las manos le agitan, los bebés experimentan y usan estos instrumentos sobre diferentes objetos, para ver que se siente. ¿y que hay más disponible y más familiar que la piel de los padres?. El trabajo de los bebés es usar estas herramientas: el de usted, enseñarle como. Estos pequeños mordiscos y golpes iniciales, tan malos como parecen, son comunicación llena de juego, no comportamiento irrespetuoso ni agresivo.
Los golpes y mordiscos agresivos son más comunes entre los 18 meses y los dos años y medio, cuando el niño carece de lenguaje verbal para comunicar sus necesidades. En su lugar se comunica mediante acciones. El morder, habitualmente para a medida que crecen las habilidades de comunicación, pero el pegar no.

2-.ENTENDER PORQUE LOS NIÑOS PEQUEÑOS (TODDLER) PEGAN Y MUERDEN: lo que en un niño pequeño son simplemente gestos socialmente incorrectos, pueden, si no son revisados, convertirse en comportamientos agresivos en los niños. Por esto es por lo que usted quiere eliminar esto del repertorio del bebé, antes de que forme parte del niño en crecimiento. Los niños se vuelven agresivos para liberar enfados, para controlar la situación, para demostrar poder o para proteger sus pertenencias en una batalla por juguetes. Algunos llegan al mal comportamiento en un intento desesperado para llegar a unos padres distantes.
La mayor parte de los comportamientos agresivos en la primera infancia, disminuyen en el momento en que el niño puede comunicarse con palabras en lugar de con acciones.

3-.CONSIDERE LA FUENTE: ¿Qué dispara un comportamiento agresivo? mantenga un diario (al menos notas mentales) que identifiquen la correlación entre los actos del niño y las circunstancias que lo favorecen. Por ejemplo: Kate mordió a Suzie durante le grupo de juego. S. tenía su pelota favorita. Era casi la hora de la siesta, había montones de niños en un sitio pequeño y S. es muy mandona.

4-. EL NIÑO QUE HACE DAÑO A UNO DE LOS PADRES: la bofetada en la cara es un comportamiento socialmente incorrecto con el que muchos niños experimentan. Reconduzca al “abofeteador” a un comportamiento socialmente aceptable: “choca esos cinco”. Igualmente reconduzca el morder: “no se muerde, hace daño a mamá”, poniendo cara infeliz y después reconduzca: “abraza a mamá, eso si me gusta”, poniendo cara feliz.
Una vez que el abofetear se ha convertido en una expresión de frustración (por ejemplo: se enfada porque no le dan un dulce) use las consecuencias naturales: firme pero calmadamente dígale: no se pega y póselo en el suelo. Seguirá estando enfadado por el dulce: verbalícelo para él, diga en palabras porque está enfadado. No permita que su hijo lo utilice como punching-ball. Dele el mensaje de que no permitirá que le haga daño. Si usted no permite que su hijo le haga daño cuando es muy joven, será menos probable que se lo haga a otros en el futuro, y que permita que se lo hagan a el: le está enseñando a decir no a las agresiones, por ejemplo levantando una mano para evitar el golpe, pero no devolverlo.

5-..TODDLERS QUE PEGAN A BEBÉS: si su hijo de un año y medio golpea con su martillo de juguete en la cabeza de bebés, retire todos los objetos con que pueda pegar Enséñele y dígale que no pegue y ofrézcale un gesto alternativo: se cariñoso, acaricia al bebé, mientras guía su mano.










¿Que hacer cuando muerde?













LO QUE EMPIEZA SIENDO UN JUEGO INOCENTE
  Un pequeña historia: Maria J. está jugando en el suelo. Cuando su mamá se agacha para sentarse a su lado la pequeña le agarra un mechón de pelo y tira con fuerza. No es la primera vez que hace algo así. A veces, cuando está en sus brazos, FMaria J le pega en la cara o le muerde los hombros. Y en cierta ocasión hasta le hizo un arañazo en el cuello. Su mamá es paciente y comprensiva, soporta impasible todas las agresiones, aunque le asaltan muchas dudas cada vez que su hija le hace daño. ¿Es normal que sea tan agresiva? ¿Debería comportarme con ella de otro modo?
Adecuando los términos según la edad
“El concepto de agresividad, tal como lo entendemos nosotros los adultos, no se puede aplicar a los niños pequeños. La agresividad supone una intención de dañar al otro y eso no existe a esta edad”,
Pegar y tirar del pelo son comportamientos normales que se dan con bastante frecuencia y que no se deben interpretar como un auténtico “ataque” a la madre, sino más bien como una manera de llamar su atención y, sobretodo, como una incitación al juego. “El niño espera ver la reacción del adulto, provoca la situación para ser espectador: “pego a mamá y observo”, explica la especialista.

Quieren provocarnos y lo consiguen

Curiosamente, son los propios padres los que suelen incitar este juego, a veces casi sin darse cuenta. Poco a poco los pequeños van adquiriendo un mayor control sobre el divertimento y terminan manejando la situación.
El primer día que Maria J. dio un tirón de pelo a su mamá, ésta se tapó la cara con las manos y simuló que se largaba a llorar desconsolada. A los pocos segundos se descubrió el rostro y sonrió a su hija. A la niña le divirtió mucho la actuación. Desde entonces,  provoca a su mamá constantemente. En cuanto tiene ocasión vuelve a tirarle el pelo y se queda quieta, mirando, expectante, con los ojos muy abiertos.

Un juego al que hay que poner fin

“En la repetición el niño consigue un goce, un placer. Pero estos juegos tienen que terminar ya que no conducen a nada”. Cuando las agresiones dejan de ser una excepción y se convierten en actos recurrentes y molestos (los tirones de pelo suelen ser especialmente dolorosos), hay que dejar de ser permisivos.
“Si el chico tira permanentemente del pelo, debemos decirle “Basta ya!”. Por una parte, porque todas las cosas tienen un límite. Por otra, porque también debe probar otros juegos. Al frenarlo, se propicia la posibilidad de que investigue en otros caminos, de que pruebe y progrese”.
Para evitar que  continúe pegando y tirando del pelo, su mamá no tiene que darle demasiados porqués. El exceso de explicaciones puede denotar que el adulto busca una justificación porque se siente culpable al tener que decir “no”. “Los límites son necesarios y existen normas que no tienen explicación”, puntualiza. A menudo es suficiente con un mensaje simple, directo y escueto, como por ejemplo, “Eso duele”, “No es divertido” o “Me hace mucho daño”.

Es importante ser consecuentes

En un primer momento, a Maria J. puede sorprenderle el inesperado cambio de actitud de su madre. Durante un tiempo, es posible que intente provocarla una y otra vez, tanteando los límites, tratando de comprobar si la prohibición rige de verdad. Por eso, para que entienda bien el mensaje – “Ya no voy a tolerar más que me tires del pelo ni que me pegues”*, es imprescindible que la madre se mantenga firme.
A los chicos no los confunde que los padres les pongan límites ni que lo hagan de repente, pero sí que vacilen en su postura y, por encima de todo, que prohíban o consientan dependiendo de sus estados de ánimo (“Ayer mamá estaba de buen humor y el juego le gustaba, hoy está enojada y le molesta”).
Si una vez que los padres ponen límites, el niño persiste en su actitud, ¿a qué se debe? En opinión de muchos, el hecho de que un chico pegue o tire del pelo a la madre no es, en principio, alarmante. Sin embargo, “cuando ese comportamiento se intensifica y llama la atención por su repetición, es señal de que el niño tiene una sobreexcitación”.
El niño es espejo de la casa
Las agresiones infantiles constantes son actos de descarga. Habría que preguntarse entonces qué es lo que motiva que el niño esté tan alterado. Generalmente, el origen de ese nerviosismo está en el entorno en el que vive el pequeño. “En el niño no hay nada patológico, lo patológico es la situación que vive el pequeño”. Y existen muchas situaciones que pueden generar en él sobreexcitación, desde un ambiente familiar tenso o una vida desordenada y sin horarios.
 Morder, una llamada de atención
También debemos hablar de sobreexcitación cuando un niño araña y, sobre todo, cuando muerde. “Morder es el caso más llamativo. Es algo excepcional y, de entrada, es una manifestación que siempre hay que tener en cuenta”. Hay dos situaciones típicas en las que el niño recurre a los mordiscos. Cuando muerde a la madre por amor (pensemos en la expresión que usamos los adultos para manifestar cariño a los niños: “te comería a besos”) y también cuando muerde a un hermanito porque está celoso de él (simbólicamente, lo muerde porque quisiera tragárselo y hacerlo desaparecer).
Lo llamativo no es que el chico ame a su madre o que esté celoso de su hermano, sino su forma de expresarlo. Todos los niños sienten cariño hacia sus padres, pero no todos muerden. “Hay muchas maneras de manifestar ese amor o esos celos, y cabe preguntarse por qué elige ésa.. Cuando un niño pequeño muerde, es señal de que está sobreexcitado”.
Mucho más importante que proponerse eliminar el hábito de morder es solucionar esa tensión que vive el pequeño (si hace falta, con la ayuda de un especialista).
 Al hacerse más grandes, pierden interés
 Pasará un tiempo hasta que M.J deje de “martirizar” a su madre. Afortunadamente, hacia los tres años, el hábito de pegar suele desaparecer porque los niños se concentran en otras actividades. Por ejemplo, se entretienen imitando a papá y mamá., y muestran más interés en relacionarse con otros chicos.
Mientras, hay que tener calma y mucha paciencia, ya que se trata de algo pasajero. La etapa evolutiva que atraviesan ahora (algunos autores la denominan “los terribles dos años”) es sumamente delicada. A esta edad se enfurecen con facilidad y, como su vocabulario es aún muy limitado, a veces tiene que recurrir a las manos para descargar su rabia.
 Cómo reaccionar a sus ataques
 No pasa nada si alguna vez el niño pega o tira del pelo a su madre. Si deja de ser ocasional y pasa a ser una conducta cotidiana, hay que tomar medidas:
La madre debe ponerse seria y decir “¡Basta! Eso duele”, cuando su hijo le haga daño.
Si insiste, debe apartarlo enseguida de su lado (si fuera preciso, deberá abandonar la habitación  conducir al niño a su cuarto).

q       La madre tiene que ser consecuente y repetir los pasos anteriores cada vez que el pequeño vuelva a agredirla.
q       Cuando el chico está enojado o furioso, es mejor esperar a que se haya calmado. Si está nervioso, debe tratar de apaciguarlo. Si llora, necesita consuelo.
q       Después de unos minutos, y una vez que el niño se haya tranquilizado, es conveniente hacer las paces, por ejemplo, invitándolo a leer juntos un cuento. “Pegar está mal, pero te he perdonado.”
 ¿Y si el niño no quiere parar?
 Si el chico pega a todas horas o empieza también a morder, hay que cambiar de estrategia.
 q       Analicemos fríamente la situación. ¿Qué motivos tiene el niño para actuar así? ¿Por qué está tan nervioso? ¿Hay algún problema familiar que lo pueda estar afectando?
q       Reflexionemos también sobre nuestros malos comportamientos: ¿Solemos recurrir a la cachetada cuando se porta mal? ¿Le pegamos en la boca cuando muerde? ¿Le damos en la mano cuando pega? Si es así, no le estamos dando un buen ejemplo.
q       Cuando los ataques son insistentes y no se vislumbran los motivos, no está de más solicitar la opinión de un psicólogo de niños.
 Por qué hay que frenar al niño que golpea. Y por qué se debe hacer cuanto antes.
Hay muchas razones por las que no debemos seguir tolerando sus agresiones. Entre otras:
q       Porque, con el tiempo, estas actitudes pueden terminar convirtiéndose en una mala costumbre, difícil de erradicar.
q       Porque, desde pequeños, los chicos deben aprender a respetar una regla básica imprescindible para la buena convivencia: no hacer daño a los demás.
q       Porque, si el chico puede pegar en casa, también lo hará fuera de ella. Y eso será un obstáculo en su relación con otros niños de su edad (el grupo suele rechazar y dejar a un lado al que pega).
q       Porque los niños necesitan límites a los que atenerse. Cuando nadie se los impone de pequeños, es difícil que aprendan a soportar las frustraciones y que los demás los contraríen.



¿QUE HACER CON LOS NIÑOS QUE MUERDEN EN LA GUARDERIA O NIDO?




A las educadoras nos preocupan mucho los niños que se exprean mordiendo pues aunque estemos vigilantes son tan rápidos que muchas veces no llegamos a tiempo de evitarlo. Además, es una conducta que hace daño a los demás niños y genera mucho malestar entre los padres.
Para que esta conducta no se llegue a convertir en un hábito, es importante ofrecerle, mostrarle al p eque otras maneras de expresarse y relacionarse con sus compañeros. Si sólo se le riñe y penaliza sin mostrarle alternativas, tan sólo estamos castrando su expresión emocional, pero no dándole salida a través de otras maneras, de otras  conductas.
Cómo actuar tanto educadoras, como padres, tíos, abuelos…. Es importante que tanto en casa como en la guardería (Jardín, Maternal…) se actúe igual:
1. No gritarle, No pegarle en la boca ni reñirle diciéndole ¡Eres malo/a! ¡Siempre igual! ¡Estoy harta siempre hagas lo mismo! Pues no sirve más que para humillar.
2. Ponerse a su altura y decirle con cara seria y tono contundente, pero sin chillar y sin estar enfadada “Eso no se hace. Has hecho daño a tu amigo/hermano, mira como llora. Con la boca se dan besos. Dale un beso para curar pues le has hecho daño”.
Si le gritamos y le exigimos el beso puede que el niño/a no quiera hacerlo por miedo y porque se sentirá bloqueado. Es importante tener una actitud de serenidad pero no de amenaza, el beso es para curar el daño, para que conozca otra manera no dañina de usar la boca  y para inculcarle respeto por el otro. Pero el respeto por el otro no lo llegará a entender sino es también tratado con respeto. Digamos que el mensaje sería  has hecho algo malo, repárlo con un beso y te voy a enseñar con respeto y paciencia otra manera de actuar.
3. Si en ese momento se intuye el motivo de la mordida, debemos ofrecerle al niño cómo debería haberse expresado sin morder. Nuestro tono ya no debe ser contudente, ni de enfado. Usemos un tono más bien reconciliador y una expresión amorosa “Qué querías ¿Qué te de diera su juguete? Pues se lo pides, por favor me dejas tu muñeco”. “¿Te sentías asustado porque jugaba muy cerca, pues le dices no me molestes, o te vienes a jugar aquí que esta zona es más tranquila”. “¿Hoy estás de mal humor? Pues patalea con los pies, pega a la almohada, o muerde este juguete (un mordedor) así no harás daño a nadie. A esto sí le puedes morder.”
4. Aunque no se sepan los motivos de la mordida, es necesario darle un mensaje alternativo para que vaya aprendiendo cómo podría haberse expresado sin dañar. Da igual tenga 10 meses, como 18, como 2 años o 3. Aunque sean bebés ¡Si entienden! Captan perfectamente el mensaje que le estamos transmitiendo. Y mientras le mostramos otra manera de expresar sus sentimientos, recordad no usar actitud de enfado!
5. Evitar con los padres, con los hermanos juegos del tipo “Te voy a comer”, “Te quiero tanto que te como” tan típicos en estas edades (ya que realmente estan para comérselos de guapos, dulces, inocentes…) pues potencian el poder de la boca y claro, para ellos ya tiene suficiente significado.
6. Elogiar, alabar cuando el niño resuelve sin morder. “Muy bien, le has cogido su juguete sin hacerle daño” “Muy bien, muerdes el mordedor y así no haces daño”. “¿ Estas cuidando tu muñeca? ¿Lo haces con besitos? Con la boca se dan besitos, seguro que tu muñeca está muy contenta de tus cuidados”
7. Aprovechar cuando coma para resaltar que se muerde la comida “Ves se muerde la manzana para comer, ñam, ñam. Eso sí se hace. A la manzana no le haces daño, si lo haces a tu hermano/amigo sí”
8. Necesita la misma actitud de respeto y amorosidad que todo niño. No etiquetarlo de niño/a difícil, ni conflictivo/a.
He visto niños/as que tras estar meses (¡sí meses!) transmitiéndoles este mensaje después de morder instintivamente a un compañero besarle acto seguido e incluso acariciarle para curar sin haber intervenido ningún adulto. Niños mordiendo sus ropas o cojines  (como mi hija) en un momento de euforia emocional, en vez de morder a otro niño. Niños/as muy orales (y por tanto mordedores) que poco a poco han bajado la intensidad de sus mordidas.
Tratar el tema con los padres de los niños mordidos con naturalidad y honestidad. Es muy normal les disguste hagan daño a su peque y lo muestren a las educadoras con quejas, enfados, o reprochando no hacen bien su trabajo. Pero sin entrar en enfrentamientos les transmitís que son peculiaridades normales del mundo infantil (como las rabietas, el gusto por los cuentos, el No!, el control de esfínteres, etc.).
No les habléis mal del niño/a mordedor para aliviar su enojo de padres heridos, pues con ello estáis animando a que los padres critiquen o juzguen cómo lo hacen otros padres, a que crean su hijo se relaciona con niños conflictivos o malos, o que sientan que su hijo es un víctima mientras los otros tienen más poder, que su hijo es un blando porque no se defiende.
Todos los padres deben comprender que son reacciones (como el pegar, empujar, llorar, besarse) que se dan en esta fase del desarrollo de sus hijos, al igual que entre los adultos existen las envidias, los engaños, el orgullo, el resentimiento, la venganza, …. Aspectos y sentimientos que dañan y que usamos los mayores, y en cambio, son inconcebibles e inexistentes en el mundo infantil!
Transmitir a los padres seguridad, que estáis trabajando el tema diariamente y que necesitáis de su paciencia y colaboración.
Se requiere tiempo y constancia. No basta con actuar así cuatro días y al quinto estar hartos/as porque sigue mordiendo. El niño/a necesita más tiempo para aprender nuevas alternativas y constancia en el mensaje, es decir, repetirle siempre lo mismo.
Sé que resulta cansado para las educadoras pues además de atender y educar al niño que muerde hay que atender al que ha sido mordido, y que además, hemos de estar por mil cosas más (pues tenemos otros 10 o 18 niños por atender).
Sé que resulta cansado para los padres pues al quinto día llegan a pensar que su bebé de 10 meses o niño de 2 años no les entiende, se rinden y acaban por etiquetarlo de imposible o conflictivo y con ello dejan de actuar. Eso es un grave error pues es como dejar de echar semillas en una tierra muy fértil. No se recogerá ningún fruto por haberse rendido demasiado pronto.
¡Constancia, tiempo, coherencia, respeto por el niño, morosidad, confianza y presencia! Nadie dijo que educar fuera fácil, ni para los padres ni para los profesionales de la educación.